El cerebro diminuto, alado, puntos brillantes en la espalda, los pies de hilo, siguiendo a Mario, paso a paso, ala y ala, todo un día eterno, como la princesa del encanto, en la luna y en el sol, en la parra y en el sueño.
Del tamaño de un rumor en sus pestañas, él me ve dormido, siente una mariposa por la frente, por los ojos.
Y que ella ¡oh! le dice: Yo te quiero.
Y que agrega:
-Nada es verdad. Sólo eso.
Marosa Di Giorgio
"La flor de Lis"